En este momento estás viendo “REUNIDOS EN EL NOMBRE DEL SEÑOR”

Ezequiel 33, 7-9 |  Romanos 13, 8-10 | Mateo 18, 15-20

Hay un canto -un elemento importante en la liturgia y en la vida- que ha hecho fortuna por su alto contenido y por su belleza musical, que ya muchas generaciones hemos cantado y seguimos cantando como canto de entrada en la celebración eucarística. El canto comienza así: “Reunidos en el nombre del Señor…”. No sé si la letra ha querido partir de las palabras evangélicas que cierran hoy la lectura del evangelio: “Donde están dos o tres reunidos en mi nombre…”. Y el evangelio continúa: “allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18, 15-20). Hermosas palabras y hermosa música.

En la liturgia sacramental

La liturgia gira toda ella en torno al sacrificio y a los sacramentos. Y ahí encuentra el cristiano los primeros balbuceos de su existencia, cuando todavía no es consciente del mundo en que entra y de la dignidad que le regalan. Y muy pronto se acercará ya hecho un hombrecito o una señorita a recibir al Señor. En esos sacramentos –bautismo y comunión- está el Señor. Se le cree más que se le ve. “Celebramos el misterio de la fe”: “Allí estoy yo en medio de ellos”, de todos ellos, aunque los niños/as no se den mucha cuenta de ello.

En la liturgia de la vida

Para el cristiano, la vida es una liturgia. Su vida se alarga en unos tramos de la existencia en los que siempre le acompaña alguien: los esposos, los padres, los hijos, los hermanos, los amigos, los educadores… También “allí estoy yo en medio de ellos”. Todos ellos están “reunidos en el nombre del Señor”. Aunque no lo sepan, aunque lo olviden…, celebramos el misterio de la vida, del trabajo, del descanso, del juego, de los encuentros. Basta con que haya dos. Seguramente es mejor que haya tres. Dicen que todo lo ternario es perfecto.

¿Dónde está el Señor?

Acabamos de verlo. Pero por si se nos olvida, recordemos otro canto, típico de la liturgia que todos los años –y muchas veces en el año- cantamos con facilidad, porque es más grande lo sencillo que lo difícil. Es el canto de Jueves santo, día de hondura cristiana: “Donde hay caridad y amor, allí está el Señor? La caridad y el amor son las pruebas fundamentales de que allí está el Señor.

¿La distracción?

Probablemente pensamos poco en estas palabras del evangelio de este domingo. Es comprensible, pero es una pena. Porque son palabras consoladoras y cercanas. Dan paz… y también… “Vence el mal con el bien”, que, en este contexto evangélico, puede traducirse así: el recuerdo de la presencia comunicadora de Jesús irá limando muchas veces el clamor de las voces de sirena e irá creando un sentido de la vida, de la convivencia, del acercamiento, de los valores, de etc.

Para la semana: ¿Dónde está el Señor? Donde hay caridad y amor, una caridad y amor que siempre es compartido.