Disponemos de un espacio vital llamado interioridad, que nos engrandece, oxigena todo nuestro ser y nos hacer ver lo que nos sucede, lo que nos envuelve, el mundo que nos rodea y todo, desde dentro. Tenemos que reconocer que padecemos un cierto empacho de las cosas que vemos, y manejamos, de esas redes sociales, conectados a todas las horas, que nos van llenando a base de noticias, imágenes, memes, videos cortos de todos los colores, frases oportunas que nos entretienen, y nos permiten relacionarnos a ciertos niveles de comunicación; pero también, van dejando en nosotros una cierta superficialidad. Instalarnos en esos niveles empobrece el potencial humano y trascendente que nos habita; necesitamos de vez en cuando un vaciado, un reseteado para redescubrir la belleza interior de cada persona, igual que ayunamos y hacemos una dieta para mantener nuestro cuerpo en buenas condiciones.
Es muy saludable hacer oración, cura nuestras carencias, y nos dispone a ver de otra manera la realidad que nos envuelve. La maestra de la oración, Teresa de Jesús, nos dice que oración es «tratar de amistad con Dios, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama». Entra en ese espacio interior para descubrir quién eres de verdad y déjate mirar por Aquel que nos ama desde la eternidad; también San Juan de la Cruz, que exploró las entrañas del espíritu humano en búsqueda de Dios, nos dejó esta hermosa sentencia: Olvido de lo creado, memoria del creador, atención a lo interior y estarse amando al amado».
Ángel Fernández Mellado
