Os invito a no despreciar nada de lo que ha sucedido en nuestra vida y de lo que somos. Os invito a hacer las paces con nuestro pasado, en el que encontramos insatisfacciones, decepciones, pecado … Todo lo reconocemos, lo acogemos, para devolvérselo a Jesús. El nido de la vida que se va a depositar en tus manos lo has de construir con todos los materiales de tu historia. No con un lamento estéril, una culpabilidad asfixiante … Igual que el aire se lleva las hojas secas en este tiempo, el Espíritu viene para liberarte de tu apego a lo viejo, a lo ya caduco. Deja que Él sople sobre tu tristeza y se abrirá camino una paz muy sencilla, hecha de sorpresa y acogida de lo simple y sin brillo, lo inaparente, de lo que sucede más allá de tus cálculos.
Recupera en ti la CONFIANZA. La esperanza es un don que germina en el corazón de los que no viven a la defensiva, sino que aceptan la vida, la acogen. La esperanza nace para los cristianos desde abajo, como un germen muy pequeño que cabe en el corazón de cualquiera. Nadie está excluido. Adviento. Sí, amigos. Tiempo para creer en los milagros, los que de verdad importan, los signos humildes de una vida nueva, de una alegría muy simple. Tiempo para hacer silencio, buscar espacios y lugares en los que atreverte a estar a solas con Él sin miedo. Dejarle que te mire. Tiempo para escuchar tu verdad, sin fingir, sin esconderte, al descubierto, “al aire de su amor por ti”. Él llega siempre por caminos nuevos al corazón de los sencillos, de los niños… ¡Feliz espera!
Miguel Márquez Calle OCD
(Revista Orar 331)