Eclesiástico 3, 17-20.28-29 | Hebreos 12, 18´19. 22-24a | Lucas 14,1. 7-14
“Contra soberbia humildad”. Lo aprendimos en el Catecismo. Como aprendimos tantas cosas que han sostenido la vida de las personas sencillas y profundas. Pero, al mismo tiempo, hay que reconocer que la humildad no parece haber sido una virtud querida y estimada. La humildad tiene portada de “poca cosa”. Y sin embargo, pocas virtudes (actitudes, si queremos) han recibido tantos y tan sorprendentes elogios, por parte de Dios y de respetables humanos, como la humildad. Incluso, los ha recibido de la gente sencilla, que percibe la verdadera valía de las personas.
“Cuanto más grande seas, más debes humillarte”
La primera lectura de la liturgia de la palabra de este domingo nos lo recuerda. Escuchar estas palabras salidas de la boca de Dios debería hacer pensar, sentir y actuar contra corriente. En todas las sociedades suele oírse lo contrario y algunas excepciones ponen más de manifiesto que nos gusta poco lo humilde. Claro que tampoco lo soberbio nos gusta mucho; más aún, nos repele. Por eso, disimulamos ser soberbio.
La humildad “es la principal”
No sólo la palabra de Dios ensalza al humilde. Lo hacen también humanos que se han enfrentado a los soberbios y han educado en humildad a conjuntos humanos respetables. Un caso particular es el de Santa Teresa de Jesús, santa, lista, animosa y rompedora. Cuando Teresa de Jesús, acepta enseñar a las primeras monjas Carmelitas cómo hacer oración, les aconseja que primero preparen su vida cristiana, trenzada principalmente de tres cuerdas o virtudes: amor de unas con otras, desasimiento de todo lo creado y humildad. La tercera cuerda es “verdadera humildad, que, aunque la digo a la postre, es la principal y las abraza todas”. ¡Buen elogio!
“Verdadera humildad”
A la humildad la ignoran conscientemente los soberbios (presuntuosos, presumidos, arrogantes) y los apocados (cobardes, miedosos, tímidos). No la estropea la animosidad. Teresa de Jesús habla de “verdadera humildad, que es andar en verdad”. Estas palabras de la misma Teresa de Jesús dan luz para distinguir entre humildad y apocamiento: “Quiere su Majestad y es amigo de ánimas animosas, como vayan con humildad y ninguna confianza de sí. Y no he visto a ninguna de éstas que quede baja en este camino; ni ninguna alma cobarde, con amparo de humildad, que en muchos años ande lo que otros en muy pocos”
“Amigo, sube más arriba”
En un banquete esta invitación a subir esponja a quien se coloca abajo. Tanto como avergüenza escuchar estas otras palabras:”Deja el sitio a éste”, y entonces vayas a ocupar avergonzado el último puesto”. No se podía decir con más fuerza social la diferencia entre la humildad y la presunción.
Para la semana: ten conciencia de tus valores y de tus limitaciones. Ni te subas ni te bajes. “Humildad es andar en verdad”. También en la vida social. Y con Dios…, no digamos.