Estás a punto de despedir el año. Un año lleno de vivencias. Cuando empezaste el año que ahora está a punto de acabar, tenías la sensación que era todo tuyo, Dios te lo puso para que lo vivieras; ahora es como si Dios te dijera ¿qué has hecho del año que te di? Hojéalo despacito, repásalo y fíjate en todos los momentos que has vivido, incluso aquellos que nunca hubieras tenido que vivirlos; no los deseches, piensa que puedes mejorarlos, ahora que vas a empezar de nuevo, piensa que tu historia pasada sólo la conoce Dios y tú, esa historia repleta de tiempos llenos de contraste, tal y como lo expresa el Libro del Eclesiastés: Para todo hay un tiempo oportuno.
Hay tiempo para todo lo que se hace bajo el sol, tiempo de nacer, tiempo de morir, tiempo de sanar, tiempo de destruir, tiempo de reedificar, tiempo de llorar, tiempo de reír, tiempo de tener duelo, tiempo de danzar, tiempo de reparar, tiempo de callar, tiempo de hablar, tiempo de amar, tiempo de odiar, tiempo de guerra, tiempo de paz.
Ahora abraza esa historia pasada, es tu propia historia y dile a Dios: gracias, perdón y ayúdame a ser mejor, a crecer un poquito más. A Dios no le importa tu pasado negro, Él siempre perdona y te ofrece otra etapa nueva, otro año nuevo para que lo vivas con la libertad que Él te ha dado. Pídele, no te olvides, que no vivas sólo tu historia, que no te deje de su mano y que te tenga siempre en su corazón.
Ángel F. Mellado