Hay personas que tienen la sensación de sentirse cansadas cuando vuelven de vacaciones por muchas razones, el ruido, la agitación, la superficialidad, el disfrute fácil y agotador…
Nos urge recuperar el verdadero descanso.
- Encontrándonos con nosotros mismos, buscando el silencio, la tranquilidad, para escucharnos y escuchar a los demás.
- Liberándonos de la ansiedad de querer tenerlo todo, atiborrándonos de cosas, la mayoría superfluas, que terminan asfixiándonos.
- Volviendo a la naturaleza, para contemplar lo que hay cerca de nosotros, detenernos ante las cosas pequeñas y las gentes sencillas y buenas.
- Cayendo en la cuenta que el sentido último de la vida no se acaba con en el esfuerzo, el trabajo y la lucha.
- Reconciliándonos con la vida, haciendo la paz en nuestro corazón, limpiando nuestra alma, reencontrándonos, saliendo de nuestros egoísmos y mezquindades, descubriendo así que uno está vivo, que puede mirar con ojos más limpios y desinteresados a la gente.
Necesitamos aprender a «hacer vacaciones» disfrutando con sencillez y agradecimiento de los amigos, la familia, la naturaleza, el silencio, el juego, la música, el amor, la belleza, la convivencia.
No se trata de vaciarse en la superficialidad de unos días vividos de manera alocada, sino de recuperar la armonía interior, cuidar más las raíces de nuestra vida, encontrarnos con nosotros mismos, disfrutar de la amistad y el amor de las personas, «gozar de Dios» a través de la creación entera. Solo tenemos derecho al descanso y la fiesta, si nos cansamos diariamente en el esfuerzo
por construir una sociedad más humana y feliz para todos.
Ángel F. Mellado
