Isaías 63, 16c-17.19c;64,2b-7
1 Corintios 1, 3-9
Marcos 13,33-37
Se nos acerca la Navidad, un tiempo tan querido para todas las edades. La Navidad va precedida, y preparada, por cuatro semanas, que dan nombre a lo que llamamos religiosamente Adviento. Conviene no olvidarlo. Y menos aún no vivirlo. Quizá este tiempo se nos hace largo. Pero es corto. Y no debemos olvidarlo. La Navidad no debe hacer olvidado al Adviento, palabra que suena menos que Navidad.
Significado del Adviento
Y una vez más lo vamos a retener. Porque Adviento es significativo, sencillo y agradable. En lenguaje cristiano, Adviento se refiere a la venida de Jesucristo: nacimiento y todo lo que rodea al nacimiento de Jesús en el portal, entre el buey y la mula (¡Qué simpático!).
La liturgia de la Iglesia da nombre de Adviento a las cuatro semanas que preceden a la Navidad, como una oportunidad para prepararnos en la esperanza para la llegada del Señor (de Jesús, una vez más).
Adviento no celebrado, Navidad perdida.
Nos parece que no es así. Hasta que llegan los días ya cercanos a la Navidad y entonces tenemos que correr de un lado para otro. Y la verdad es que en este nuestro mundo muchas veces es así. Nos puede el ir y venir, el trabajo, las preocupaciones… Pero hay que reconocer que aun así, se puede: tarde y quizá no tan bien como podríamos haber llegado en algo a lo que realmente estimamos.
¿Podemos vivir el Adviento y la Navidad?
Podemos. Afortunadamente podemos hacer muchas cosas (aunque otras muchas nos pueden). La Navidad es también comprensiva y sabrá tener tiempo y valor para dar vida y hasta crecer en algo que, sinceramente, llevamos dentro. El cristiano, de una u otra manera, quiere celebrar unas Navidades agradables. Todos en casa, en la iglesia y en la sociedad podemos ser agradables. Y en Navidad se puede, porque los “Niños” siempre nos cautivan y nos hacen sonreír. Cada uno a su modo. Pero llevan a casa la alegría que tanto necesitamos.
Y siempre habrá en la casa, en la iglesia y en la sociedad instrumentos y sobre todo personas, amigos, etc. Pero hay que prepararlo. Es el Adviento.
Para la semana: ¡Voy a empezar con buen pie! Jesús ya me va diciendo que viene de camino y espera una buena recepción, de alma y de cuerpo.