El 26 de febrero inauguramos la Cuaresma.
Iniciamos un camino con Jesús a celebrar la Pascua. Es un tiempo favorable para ejercitar la conversión con el sacramento de la Penitencia, y también el ayuno (sólo el Miércoles de Ceniza y Viernes Santo; obliga a los mayores de 18 hasta los 60 años y es costumbre que se haga una comida fuerte al día con cortos desayuno y cena); es también tiempo de mortificación y abstinencia (obliga los viernes a no comer carne a los mayores de 14 años).
Otras formas de abstinencia que podemos ejercitar son: dejando a un lado el “sagrario TV” cinco minutos (o más) al día; siendo moderados en el consumo del alcohol y los espectáculos. Esos cinco minutos que vas a pasar de TV los vamos a dedicar a un espacio en silencio, o a la oración en familia, o al diálogo familiar, o a escuchar música; también, ayudando a los necesitados, dedicándoles un tiempo de mi vida, sabiendo que cerca de ti hay personas que están solas, que no tienen la posibilidad de hablar con nadie, o que están enfermas y nadie visita; participando en alguna propuesta de la Parroquia, dedicando -por ejemplo una hora a la semana para velar el templo por las mañanas, o media hora semanal en la Adoración al Santísimo; dando prioridad a la escucha de la Palabra; invitando a alguien cercano a tu vida que venga a la eucaristía diaria. En definitiva, el sentido de abstenerse no es para el fastidio personal sino el disponer de aquello que nos privamos para compartirlo en ayuda a los otros.
¡Feliz Cuaresma!
Ángel F. Mellado