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Isaías 55, 6-9 | Filipenses 1, 20c – 24. 27 | Mateo 2º, 1-16

Llama realmente la atención la lectura de este Domingo. Parecería que Dios aprueba la injusticia: da lo mismo a quien trabaja que a quien no hace otra cosa que coger los aperos de trabajo para irse a casa.

Si nos preguntasen a nosotros a quienes les habría gustado pertenecer, seguramente muchos habríamos dicho: a los últimos. Cobramos sin trabajar, mientras los primeros han trabajado para obtener lo mismo que nosotros. Un “capricho” lo explicaría todo. Y mientras uno va cansado a casa, otro va cantando

LAS COSAS NO SON TAN FÁCILES

Con sencillez, se puede preguntar (y preguntarnos) toda persona: ¿Quién ha sufrido más, el que trabaja con la seguridad de volver a casa con el sueldo en las manos, o quien ve cómo pasan las horas sin llevar comida a casa? No se necesita mucho tiempo para darnos la respuesta (o al menos pensar que sabemos dárnosla). La respuesta nos parece que es sencilla (aunque seguramente no lo sea tanto).

“AMIGO. NO TE HAGO NINGUNA INJUSTICIA”

Dios sigue siempre con la invitación en la mano sin injusticia, sin rencor, con ganas de hacer el bien. Escuchar la palabra “amigo” debería significar mucho, no perderla, mantenerla con frecuencia. Sentirse llamado de un “amigo”, es mucho.

DIOS NOS BUSCA Y LLAMA A TODAS LAS HORAS

Esto es consolador. Nuestra vida puede no haber sido buena en momentos, y hasta en largos tiempos, pero sabemos que Dios está siempre invitando a ser un buen viñador (un buen cristiano). El “propietario” (Dios) no se cansa nunca. Desde la primera hora hasta la “undécima”, el propietario invita a los trabajadores. Y siempre de buenas maneras. Incluso aunque no lo parezca.

“NADIE NOS HA CONTRATADO”

Puede darse que esto suceda en la vida cristiana.

El “propietario” no los tacha de mentirosos. Los cree. Han tenido vida difícil. Con pocas palabras los invita también a ellos. Serán seguramente los más contentos y hasta los trabajadores más activos, aunque sea ya un poco de tiempo.

“ID TAMBIÉN VOSOTROS A MI VIÑA”

Seguramente, los últimos, ya desesperados, vieron la luz y recordarían lo que, sin duda, habían oído muchas veces: “nunca es tarde si la dicha es buena”.

Para la semana: ¿Cuándo te ha llamado Dios? No lo olvides: “Nunca es tarde si la dicha es buena”. Seguro que vas a tener una buena semana.