El próximo domingo es Pentecostés, el cumpleaños de la Iglesia, el momento en el que Jesús confía la Iglesia al grupo de los apóstoles, el acontecimiento único en la historia de la salvación, aquel momento esencial que narra el evangelista San Lucas en el capítulo primero de los Hechos de los Apóstoles. Sucedió estando en oración los amigos de Jesús con María en el Cenáculo, en aquel momento se llenaron del Espíritu Santo.
Él es el gran desconocido, que nombramos cuando hacemos la señal de la cruz o cuando rezamos el Credo, es el amigo invisible, y es también el Padre de los pobres, Luz que penetra en las almas, fuente de todo consuelo, Amable huésped del alma, Paz en las horas de duelo. Es el testigo de Jesús Resucitado, que está con nosotros todos los días, para que nos convirtamos en sembradores de esperanza, consoladores y defensores de los hermanos.
Dice el papa Francisco que «la esperanza es como una vela, que recoge el viento del Espíritu y lo transforma en fuerza motriz que empuja la barca.»
El Espíritu Santo nos empuja a ser semillas de esperanza en estos tiempos de pandemia tentados por el desánimo, después de tanto sufrimiento, y cuando la pobreza está visitando muchos hogares. Es la hora de reavivar en nosotros la presencia del Espíritu para ser consoladores y defensores de los hermanos más vulnerables.
Este domingo de Pentecostés, es el cumpleaños de la Iglesia, la mejor forma de celebrarlo es estando con María en oración, diciendo, Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor…
¡Feliz cumpleaños!
Ángel F. Mellado, ocd