En este momento estás viendo LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO

Hechos de los Apóstoles 2, 1-11 | Primera a los Corintios 12, 3b-7.12-13 | Juan 20, 19-23

 Celebramos una de las Festividades más significativas del año litúrgico en la Iglesia: la Venida del Espíritu Santo, tercera persona dentro de la Trinidad. No es fácil para entrar en su sentido más profundo. “No hemos oído decir que exista el Espíritu Santo”.

“Mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo atravesó las regiones altas y llegó a Éfeso donde encontró algunos discípulos; les preguntó: «¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando abrazasteis la fe?». Ellos contestaron: «Pero si nosotros no hemos oído decir siquiera que exista el Espíritu Santo.» (Hechos de los Apóstoles: 19, 1-3). Esto podrán decir muchos cristianos de nuestro tiempo, a pesar de que rece frecuentemente el “Gloria al Padre, Gloria al Hijo, y Gloria al Espíritu Santo”.

Agradecidos a los poetas:

Los poetas han sido capaces de penetrar un poco en lo que es el Espíritu Santo. Y lo ha hecho sin especular mucho. Han preferido arrodillarse y abrir su vida, sincera y sencilla, siempre necesitada, pidiendo y ofreciendo lo íntimo de su ser. No son pocos los que se han atrevido a dirigirse así al “Espíritu Santo”. Damos solo un “atrevimiento”:

Ven Santo Espíritu

Ven, Espíritu divino,

manda tu luz desde el cielo.

Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén.

Para la semana: Arrodíllese, en público o en privado, y recite con frecuencia uno de estos versos saliendo del corazón.