En este momento estás viendo La vid y el sarmiento

 

Hechos 9, 26-31

1 Juan 3, 18,24

Juan15,1-2

 Hemos pasado unas semanas recordándonos que Jesús resucitado mismo dijo a sus discípulos: “Yo soy el buen pastor”. Ha sido hermoso escuchar esas palabras salidas de la boca de Jesús resucitado. También en Jesús, la muerte no está para acabar con la vida, sino para resucitar hermoso.

Este domingo escuchamos otras palabras del mismo Jesús resucitado no menos hermosas. También escuchamos otras palabras parecidas del mismo Señor resucitado: “Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el viñador”. Jesús resucitado no está solo. Hace presente a quien nunca fue olvidado de Jesús, el Padre, primera palabra con la que comenzamos también nosotros el hermoso “Padre nuestro”. El psstor y la vid han sido elegidos por Jesús resucitado para hablarnos.

También hay sarmientos

No todo es vid en la palabra de Jesús. Jesús sabe que también hay sarmientos en la vida. Seguramente hay más sarmientos que vides, que no dan frutos. Jesús, no obstante, lo ama también. Y lo trabaja para que dé fruto. El fruto es en Jesús una obsesión. Seguramente porque sabe que no es fácil lograr fruto. Pero sabe mejor aún que el fruto es lo que desea el viñador. De tal manera que cuando que el sarmiento da fruto, encuentra que el viñador lo limpia, lo mima para que dé más fruto.

“Vosotros estáis ya limpios”

Cuando el viñador ve que la viña (las cosas) se pone mejor, la mima (la limpia) para que se ponga cada vez mejor. Es como animarla.

Para la semana: Mírate a ver si cada día limpias mejor tu vida para dar fruto en tu alrededor.