Este domingo, solemnidad de la Santísima Trinidad, celebramos la Jornada Pro Orantibus, el día de los consagrados en la vida contemplativa. Son los monjes y las monjas que desde el interior del claustro escuchan el latido del mundo, sin apartarse del mundo, miran el mundo desde Dios. sirviendo a la Iglesia, y evangelizando, es decir, llenando el mundo de Evangelio. Los contemplativos evangelizan orando.
¿Qué hacen los contemplativos?, ¿cuál es su misión? Los contemplativos oran y trabajan. Pero lo importante no es lo que hacen sino lo que son. Con su vida nos enseñan la belleza del rostro de Dios, nos llevan a lo esencial. Por eso, son también un signo profético en el mundo en que vivimos. Decía San Juan Pablo II que «la Iglesia sabe bien que su vida silenciosa y apartada, en la soledad exterior del claustro, es fermento de renovación y de presencia del Espíritu de Cristo en el mundo».
La vida de los monjes y monjas contemplativos es un regalo de Dios, y un apoyo espiritual para la iglesia, para los que trabajan en primera línea, sin ellos la vida misionera de la iglesia sería estéril, se aflojaría. Las vidas silenciosas de las comunidades de religiosas contemplativas hacen suya los problemas de la humanidad y desde la oración presentan al Señor este mundo del hombre afanado por tantas cosas y enfangada en tantos problemas de injusticia, de odio, violencia y de corrupción. Demos gracias a Dios por el don de la vida contemplativa, que hace a la Iglesia más hermosa y nos recuerda a todos que hemos de vivir en lo esencial, en Dios autor y meta de nuestra vida y salvación.
Ángel F. Mellado