En este tiempo de gracia la Iglesia nos ofrece la posibilidad de experimentar el perdón de Dios en el Sacramento de la Reconciliación. Todos necesitamos pedir perdón y perdonar.La palabra perdonar significa hacer borrón y cuenta nueva. Jesús nos ofrece el perdón y nos capacita para perdonar y pedir perdón, «Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él» (Jn 3, 16). Jesús habló del perdón y lo ofreció con su vida y quiere que nosotros vivamos el perdón. La Iglesia ha hecho presente este amor misericordioso de Dios a través del signo sacramental y en la comunidad. Por eso, para experimentar el perdón de Dios, tenemos que admitir que somos pecadores, pues «si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismo y la verdad no está en nosotros» (1 Juan 1, 8). Algunos dicen, «yo no robo ni mato cumplo con mi trabajo y no hago daño a nadie, ¿de qué me tiene que perdonar Dios?». No se trata de hacer algo gordo, sino dar-nos cuenta que pecamos cuando nos hacemos daño, a los demás y a Dios; De ahí que todos necesitamos del perdón que Cristo nos ofrece. Por eso es importante, arrepentirnos y tener propósito de la enmienda, «así que, arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros peca-dos; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de consuelo» (Hechos 3, 19). Y la confesión de nuestros pecados, pues «si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad» (1 Juan 1, 9).
Ángel F. Mellado