Jonás 3, 1-5.10
1 Corintios 7, 29-31
Marcos 1, 14-20
El evangelio de este domingo habla de pescadores, porque Jesús se encuentra con unos pescadores y con ellos empalmó. No era la pesca lo que en esos momentos interesaba a Jesús. Ni siquiera tiene preferencia por los pescadores. Jesús se acerca a toda clase de personas y con ellas entabla la vida. Esta vez Jesús dio con unos pescadores y a ellos invitó a una pesca mejor. Por eso les dijo con naturalidad:
“Venid conmigo”
Fue una invitación. Seguramente no la esperaban aquellos pescadores. Jesús casi siempre era cercano y, a veces, era atrevido. En esta ocasión se acercó muy natural, vio a unos pescadores y les dijo: “venid conmigo”. Seguramente se quedaron un poco atónitos, pero Jesús iba en serio y les dijo:
“Os haré pescadores de hombres”
Nunca habían oído algo semejante aquellos pescadores. Les extrañó un poco. Con frecuencia sí es verdad que Jesús estaba solo, que buscaba la soledad, que se retiraba a orar, que pasaba la noche orando él solo con Dios. Pero en realidad lo suyo eran las personas (los hombres), las multitudes, o al menos los grupos. ¿A qué venían ahora esas palabras? Es normal que se sintiesen un poco acomplejados. La cosa es que primero unos y después otros oyeron palabras que en Jesús no habían escuchado: “Os haré pescadores de hombres”. ¿Lo entenderían aquellos pescadores?Lo cierto fue que unos detrás de otros fueron escuchando la invitación que Jesús les hacía.
“Dejaron las redes y le siguieron”
Las redes eran los instrumentos de trabajo de aquellos pescadores. No hacían nada malo. Pero había cosas mejores. Jesús, que tuvo muchos enemigos, tuvo también amigos, entre ellos la gente sencilla que se ganaba la vida como podía. No era trabajo sencillo. Pero lo había mejor. Y Jesús se lo ofrecía.
Jesús tenía carisma. Era indudable. De hecho, Jesús dio unos pasos, se encontró con otros barqueros (Santiago y Juan, hijos de Zebedeo) “y se marcharon con Él”. Y lo hicieron “inmediatamente”. Y Jesús se quedo esperando a que fuéramos nosotros los que oyéramos esas palabras en nuestro tiempo.
Para la semana: Jesús sigue llamando-invitando. Y sigue habiendo pescadores de hombres (y mujeres, claro). Una oración por ellos (¡qué menos!).