Cantamos en Adviento: preparemos los caminos, despertemos, llega el Señor. Allanemos los senderos, ya se acerca la liberación. Acabamos de entrar en este tiempo esperanzador. Las oraciones que rezamos durante estas cuatro semanas que nos acercan a la Navidad, nos hablan de algunas pistas para vivir la esperanza: la primera es la actitud del deseo: “Dios todopoderoso , aviva en tus fieles, al comenzar el Adviento, el deseo de salir al encuentro, que viene”. Es como el anhelar vivamente la venida del Señor. San Agustín dice que el deseo es una oración interior y continua: “si no quieres dejar de orar, no interrumpas el deseo”.
También está la actitud de alerta, de vela, de vigilante espera: concédenos, Señor, “permanecer alerta a la venida de tu Hijo, para que cuando llegue y llame a la puerta nos encuentre velando en oración y cantando su alabanza”, es tiempo de vigilancia para aguardar su segunda venida “en la majestad de su gloria”.
Es esencial también el ánimo que debe caracterizar la salida al encuentro de Cristo: “cuando salimos animosos al encuentro de tu Hijo”. El ánimo es el valor que se contrapone al acobardamiento. El que tiene ánimo se mantiene firme en la espera: “no permitas que desfallezcamos en nuestra debilidad los que esperamos…”
Y, por último, la alegría. Hemos de “esperar con alegría”, siguiendo los consejos de San Pablo a la comunidad de Filipo: “Alegraos en el Señor siempre; lo repito: alegraos. Que vuestra bondad sea notoria a todos los hombres. El Señor está cerca.” Esta alegría brota de la fe que se apoya en la palabra de Dios y que nos permite “esperar con fe” en Nacimiento del Mesías.
Ángel F. Mellado