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En muchos lugares de la sociedad se habla de “semana grande”. Es la semana en que, venciendo la monotonía diaria, tiene lugar una gran variedad de actividades. La semana grande parece más grande que las demás. Y, sobre todo, es muy distinta. Las atracciones dormidas a lo largo del año, hacen en esa semana casi como un despertar de la primavera. Todo es atrayente, aunque gire en torno a realidades que conocemos de otros años.

Semana santa

También la Semana santa es distinta de cualquier otra semana del calendario. La es para todas las personas, creyentes y no creyentes, aunque muy distinta de unas y otras.

Para el cristiano es una semana especial, en la que se celebran los momentos más significativos de la vida de Jesús: la pasión y la resurrección. Son muchos los hermanos con quienes nos encontramos y compartimos, nos damos cuenta de que nuestra familia es grande, está despierta, vuelve a la casa común, sobre todo la iglesia.

Desde fuera se preguntan: “¿qué pasa ahí?” Y la respuesta es fácil para los cristianos: “celebramos los ‘oficios’”, dicen los mayores y también los más sencillos de los pueblos. Cada “oficio” es un paso de Jesús en sus últimos días entre el Domingo de Ramos y el de Resurrección, siete días cargados de la riqueza y pobreza de Jesús y de nuestras vidas. Por ellos va pasando el “recuerdo vivo” de las palabras de Jesús, de su ejemplo y entrega definitiva, del miedo de los suyos más íntimos, de los que aún le quieren, de los que le ignoran, de los que le aborrecen, de los que le acompañan… Son días llenos.

“El que mucho abarca…, poco aprieta”

Este dicho, muy sencillo, es bueno recordarlo en la Semana santa.  La Semana santa es sin duda una semana muy rica para el cristiano. Quizá demasiado rica para abarcarla. Sin olvidar el conjunto de la misma, puede ser oportuno señalar algunos momentos de la misma (humildad del Jesús que lava los pies a los discípulos, la última cena, el camino de la cruz, el encuentro con las mujeres (su madre en el centro), las palabras pronunciadas en la cruz, la resurrección… Cada uno se conoce y lo confronta con el de Jesús. Momentos de silencio son ambiente certero de encuentro con Jesús. Y un buen propósito -no muchos- nos acompañará.

“Despierta tú que duermes… y te iluminará Cristo” (Ef 5,14).

Estas palabras del Apóstol San Pablo vienen particularmente al pelo en estos días, que tienen su culmen en la Resurrección de Jesús y nuestra.

¡Jesús resucitó! ¡Resucitemos con Él! Necesitamos despertar de nuestro sueño con frecuencia, aunque no sea el de la muerte, como en Jesús. Saldremos siendo criaturas nuevas, saldremos del sepulcro en que tanto dormimos. Jesús también rompió el sepulcro y su palabra de resucitado llenó de alegría no sólo a los apóstoles, sino también a quienes le habían llorado.

Para la semana: siguiendo el ritmo de toda la Semana santa, elige uno de los momentos más significativos para ti ahora. Y dedícale un rato de silencio.