En este momento estás viendo UNA VIDA A RITMO DE AMOR

Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo para vivir con nosotros. Creció en la familia de Nazaret. Cuando llegó el momento decidió bautizarse, para comenzar la tarea de anunciar el Reino, haciendo prodigios y proclamando que Dios ama a todos sin distinción, que siempre nos espera y nos cuida, que nos invita a amar a los que nos odian, y que siempre está dispuesto a reparar nuestras fuerzas. Nos enseñó que para dar fruto hay que estar unidos a Él, porque sin Él no podemos hacer nada. También nos enseñó que aunque caminemos por cañadas oscuras nada tenemos que temer porque siempre nos acompaña. Siempre dispuesto a aplicar la medicina de la misericordia ante nuestras ingratitudes y desvíos. Y nos enseñó cómo tenemos que hablar con nuestro Padre Dios. Son innumerables las cosas que nos dejó grabadas en el corazón. Algunos se empeñaron en no entenderlo, no querían ver la verdad de su mensaje, por eso, intentaron buscar la manera de acabar con él. Nos dejó una comida para saciar nuestra hambre y sed de Dios. Toda una vida vivida en coherencia y amor, un amor llevado hasta el extremo. Por eso, se entregó a la muerte perdonando. Y allí, junto a la Cruz como siempre María su Madre en la soledad, junto con el discípulo amado. “Si el grano de trigo no muere, no puede dar fruto”. Su muerte hizo florecer la Humanidad. Al final, venció el amor sobre la muerte, Él vive para siempre.

Por este amor tan grande, queremos darte gracias, a ti Señor y Amigo de la Vida.

¡¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!!

Ángel F. Mellado