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Génesis 9, 8-15

1 Pedro 3, 18-22

Marcos 1, 12-15

 Una y otra vez la liturgia vuelve a presentarnos la cuaresma, esos 40 días que están a la espera del punto más importante del recuerdo de nuestra fe: la Resurrección de Jesús. Somos caminantes, caminantes que nos lleva hasta ahí.

El caminante Jesús

Jesús fue tan caminante como cualquier persona humana, como cualquiera de nosotros. Y en el camino se encontró de todo, desde el niño que se pierde como el joven trabajando en la carpintería, aunque llaman la atención sobre todo algunos puntos de su vida.

Hace pocos días le encontrábamos naciendo como cualquier niño. Jugábamos con Él como cualquier otro niño. Por eso los niños lo disfrutaban tanto. Lo encontraríamos ahora si tuviéramos que recordarle largamente. Por eso hay saltos espectaculares que nos llaman más momentos que otros.

 Caminante peculiar.

 No hay dos personas iguales. Una mirada en la historia humana encuentra mucha diferencia entre unas personas y otras. Es una historia larga y aunque Jesús se nos presenta varias veces como una persona cualquiera, nos llaman la atención sobre todo algunos momentos de su vida.

Jesús en el desierto

 “Alguien” le empujó a Jesús al desierto. Raro, ¿verdad? ¿Qué hacía allí Jesús en lugar de estar en la carpintería, que era lo suyo? “Jesús fue conducido por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo”. ¿Tanto le interesaba al diablo? Parece que sí. Quería tentar a ese Jesús que se había retirado del mundo. Las tentaciones parecen frecuentes y sabrosas en la vida, cosa que no debería olvidarse.

Y allí entabló una lucha de la que nadie se libra. Golosinas unas veces, dineros otros, títulos más allá… De todo hubo en aquel desierto. Pero aquel tentador dio en duro. Aquel Señor, Jesús, estaba bien preparado. Y salió triunfador.  Hasta que el tentador, que tampoco era manco, tomó las de villadiego. Vio que nada tenía que hacer allí. “Hasta que el diablo le dejó y vio cómo otros -los ángeles- se le acercaron y le servían a Jesús”.

 Para la semana: Ánimo, tentadas y tentados, que el diablo no puede con los ángeles.