En este momento estás viendo “ANDAN LOS TIEMPOS RECIOS”  JESÚS: “CORDERO DE DIOS”

Isaías 49, 3. 5-6 | Primera Corintios 1, 1-3 | Juan 1, 29-31

 

Santa Teresa de Jesús, carmelita del siglo xvi, escribió estas palabras echando una mirada a su tiempo: “Ivan a mí diciendo que andaban los tiempos recios”. Teresa de Jesús captaba bien las cosas. Intuitiva y brillante, carmelita de clausura y caminante incansable, percibía lo que pasaba en su tiempo. No se amilanó. Tampoco se durmió. Caminó por un siglo difícil y rico acompañada siempre de Jesús, sus Hermanas y algunos arrieros.

Nuestros días tienen una cierta semejanza con los días de Teresa de Jesús. No se puede pedir a todos la altura de Teresa. Es verdad. Pero se puede aprender algo de la carmelita. Y no solo de Teresa. En aquellos mismos días vivía un fraile Dominico llamado Fray Luis de León, excelente teólogo y escritor de primera línea. Habló y escribió. Uno de sus libros lo tituló así: “De los nombres de Cristo”. Excelente libro. Por su pluma van desfilando 14 nombres.Cordero de Dios

Uno de los nombres lleva el título de Cordero. Y comienza así: “El nombre de Cordero, de que tengo de decir, es nombre tan notorio de Cristo, que es excusado probarlo. Que ¿quién no oye cada día en la misa lo que refiere el Evangelio haberle dicho el Bautista: este es el Cordero de Dios, que lleva sobre sí los pecados del mundo? Mas si esto es fácil y claro, no lo es lo que encierra en sí toda la razón de este nombre. Porque Cordero, pasándolo a Cristo, dice tres cosas: mansedumbre de condición, y pureza e inocencia de vida, y satisfacción de sacrificio y ofrenda”.

Nos bastaría en este domingo con acentuar una de las tres “cosas” que justamente llamaron la atención a fray Luis de León “en el trato como en el sufrimiento”: la mansedumbre. El cordero la refleja con solo mirarle: “Se nos viene a los ojos luego de que oímos Cordero”. Tres dimensiones esenciales de nuestra vida cristiana. Y tres dimensiones de nuestra vida fraterna bastante necesitada de mansedumbre en nuestros días

El Cordero de Dios cercano

La lectura de este Domingo, y por boca de Juan el Bautista, se nos recuerda este nombre: Cordero. Seguramente si hiciésemos una encuesta a los cristianos sobre nombres de Cristo aparecería raramente el de “cordero”. Nos parecería raro, poca cosa, casi infantilismo. Y, sin embargo, todos los días en la celebración de la misa, oímos/decimos: “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Y lo oímos/decimos nada menos que tres veces seguidas antes de la comunión, un buen momento y significativo. No puede haber mayor cercanía y hondura que esa. Quizá la “rutina” se lo come, pero mucho más seguramente se lo ansía para sí y para la humanidad.

Para la semana: pondré más atención, humildad y admiración al compartir el Cordero de Dios.