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Habacuc 1, 2-3; 2,2-4 |  2 Timoteo 1, 6-8. 13-14 | Lucas 17, 5-10

Llama la atención que un excelente conocedor de la biblia (concretamente del evangelio de san Lucas) haya escrito al comentar estas breves palabras del título: “auméntanos la fe”: “Esta petición de los apóstoles [auméntanos la fe] nos sitúa en el centro de la oración cristiana”.

Estamos ante una petición.

Las peticiones son muy frecuentes entre los cristianos, pero tienen mala fama. Lo mismo que quienes piden con frecuencia. En seguida los bautizamos como pedigüeños. Y sin embargo, el cristiano debería encontrarse bien con las peticiones. Son compañeras de nuestra vida, quizá sobre todo de nuestra vida cristiana. Instintivamente contraponemos las peticiones a las alabanzas. Y al aumentar en nuestro tiempo la alabanza, disminuye la petición. Como si se tratase de una lucha entre dos actitudes.

Jesús nos enseñó a orar con siete peticiones.

En la vida de Jesús encontramos no pocas alabanzas. Jesús alababa al Padre con la palabra y con el corazón. Y es algo que todo cristiano debe tener en cuenta para seguir esos pasos en la oración.

Pero la alabanza no castiga a la petición como si fuera una actitud enemiga. Seguramente lo es muchas veces por nuestras debilidades. Pero no debería ser así. Deberían ser dos hermanas gemelas.

La mejor petición: el Padre nuestro

Lo rezamos desde la niñez. Así nos lo enseñaron con el catecismo. No era cosa de niñez, como si debiera prescindirse de él cuando ya mayores fuéramos capaces de inventarnos una oración que dejaba el Padre nuestro a un lado.

Fue Jesús, el mejor maestro, quien enseñó a orar a los apóstoles. Y les dijo cómo debían de orar. Puesto ante ellos, les dijo: “Vosotros cuando oréis, decid: Padre nuestro…”. Y recitó el Padre nuestro, con siete peticiones.

“No sabemos pedir como conviene”

El apóstol san Pablo escribía así a los fieles de Roma: “No sabemos pedir como conviene” (Rom. 8,26). Nosotros, como nos dice la liturgia de este nuestro domingo: “somos unos pobres hombres, unos siervos inútiles”. Es verdad. Pero no estamos solos. Tenemos cerca a quien puede echarnos una mano. Basta con que no nos encerremos en nosotros mismos. Porque la inutilidad se haría presente. Una nueva petición nos sacará de nuestras debilidades: “no temas, basta que tengas fe” (Mc 5, 36).

“Señor, auméntanos la fe”

Para la semana: Una buena oración de petición para esta semana: “Señor, auméntanos la fe”.