El Papa Francisco ha propuesto que este mes de octubre sea el Mes Misionero Extraordinario, para despertar en nosotros la ilusión por trabajar en la tarea evangelizadora de la Iglesia. No quiere que nos quedemos sólo en la celebración del DOMUND y la colecta en favor de las Obras Misionales Pontificias; quiere que sea un tiempo de oración y reflexión sobre la vocación misionera de todo bautizado.
Todo cristiano tiene que experimentar la misión de anunciar a Cristo como una forma de vida permanente, en el día a día de nuestra existencia, con nuestro propio testimonio personal, de encuentro con Cristo en la oración y en la eucaristía. Estoy convencido de que no podemos ser buenos misioneros si no empezamos por nosotros mismos. Decía san Pablo VI que la Iglesia para ser evangelizadora tiene primero que evangelizarse a sí misma y esa Iglesia eres tú, preguntarte todos los días: ¿Iglesia, qué dices de ti misma? ¿Cómo te encuentras? ¿Cuál es tu estado de salud espiritual?
Hay que ponerse a punto para llevar el Evangelio de una forma coherente a los otros. El cristiano con espíritu misionero es aquel que tiene en su vida buenos referentes, como Teresita del Niño Jesús, misionera desde la oración silenciosa; el DOMUND, para concienciarnos de que tenemos que amar y apoyar más la causa misionera y, sobre todo, que el alma de un buen misionero tiene que sostenerse en la oración, que da sentido a todo lo que hacemos. Así es como recuperamos nuestro bautismo, como dice el lema de este año: “Bautizados y enviados”.
Ángel F. Mellado