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Hechos 2, 14a. 36-41 | 1 Pedro 2, 20b-25 | Juan 10, 1-10

Seguimos recordando la síntesis de la vida de los primeros cristianos, nacidos a la luz de la Resurrección de Jesús, porque son una buena escuela: los primeros cristianos “acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones” (Hechos, 2, 42)

El domingo pasado nos detuvimos, siempre muy poquito, en una cualidad que podía desmembrarse en dos: asiduidad y escucha de la enseñanza de los apóstoles. Son dos elementos que debemos actualizar siempre en la vida del cristiano. A continuación recuerdo brevemente los otros elementos de la síntesis:

“La comunión”
No se trata aquí de la comunión eucarística, cosa que viene después. Aquí comunión quiere decir unidad, que tiene dos aspectos: unidad de pensamiento entre los cristianos (“todos pensaban lo mismo”) en lo que hace referencia a la fe, a los que esos cristianos creían, y unidad de solidaridad: compartir como hermanos. Si lo preferimos, podemos hablar de “caridad” de unos con otros, fundamentalmente ayudándose y compartiendo también los bienes materiales a favor de los más necesitados. La solidaridad fue uno de los elementos que más llamaron la atención de quienes observaban la vida de aquellos primeros cristianos. El libro de los Hechos de los apóstoles enumera algunas acciones llamativas.

“La fracción del pan”
Fracción del pan quiere decir celebración de la eucaristía. Sencillamente, nuestra Misa, para entendernos. Los primeros cristianos la celebraban en las casas particulares. No había todavía templos o iglesias. Éstas vinieron después, como es fácilmente comprensible. El recuerdo de la última cena de Jesús, narrada por los apóstoles que la habían celebrado con el mismo Jesús en una casa daba un sentido todavía muy vivo a la celebración. Era un recuerdo muy reciente. A lo largo de la historia la celebración de la eucaristía ha sido gracia y compromiso indiscutible para los cristianos. Aunque su celebración pueda ser siempre mejorable y actualizable.

“Las oraciones”
El pueblo judío era un pueblo que sabía orar. La Biblia está llena de oraciones (los salmos, por ejemplo, aunque no sólo ellos). Y tanto en la vida privada, como familiar y en el templo llamaba la atención. Los cristianos conocían ese clima de oración y lo habían vivido. Y los cristianos junto a las oraciones que había recitado Jesús (que son muchas y pueden verse en el Evangelio) fueron introduciendo otras típicamente cristianas, nacidas de la boca del mismo Jesús. Por ejemplo: Jesús había dicho: “Vosotros, cuando oréis, decid…”. Y de ahí nació el Padre nuestro. Orar comunitariamente (en grupos, en familia, en la iglesia, etc.) es esencial a toda comunidad cristiana.

Para la semana: ¿Cómo vive mi comunidad estos elementos? ¿Participo en ellos? ¿Aporto algo para actualizarlos?