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Hechos 2, 42-47 | 1 Pedro 1, 3-9 | Juan 20, 19-31

Hemos celebrado Pascua de resurrección. Cierto que este año ha sido de una manera distinta a como la celebrábamos otros años. Pero esto no debería haber supuesto una desilusión. Con la celebración de Pascua de Resurrección puede habernos pasado lo que nos acontece con el cumpleaños nuestro o de personas queridas. Casi todos son iguales, pero… al mismo tiempo casi todos son distintos. Todos tienen un matiz peculiar. Podemos preguntarnos qué ha tenido de nuevo la Pascua de este año 2020.

Pero no lo hacemos para olvidarnos de lo que es central en la celebración de Pascua de Resurrección: el recuerdo de toda una historia que tuvo su centro en unos días que cambiarían la convivencia humana. Y cuando hablamos de recuerdo, damos a esta palabra un sentido muy especial: recordar significa despertar, despertar en quienes recordamos. Es un sentido muy humano: cuando despertamos en nosotros realidades que tenemos olvidadas, algo se mueve en el alma. ¡Es importante “despertar”!

Pascua de resurrección, vida nueva
O si queremos vida novedosa, porque la palabra novedosa se nos hace más sencilla. Quizá en la vida no hay muchas cosas nuevas, pero sí hay cosas novedosas. Somos los mismos, pero somos distintos. Echemos una mirada a nuestras vidas y tomemos nota de las cosas que han cambiado en ellas así como de los momentos en que ello sucedió y de sus motivaciones. Encontraremos muchos cambios, y serán cambios de la misma persona.

Los cambios que trae la Pascua
Una mirada a los primeros cristianos nos servirá de guía. Ellos son quienes, con sus grandezas y también con sus limitaciones, pueden iluminar la vida de quienes vivimos en el año 2020.Y una de las que más llaman la atención es el cambio que la Resurrección de Jesús causó en esos primeros cristianos.
Dejamos los cambios que tal hecho suscitó en los Apóstoles y en alguna de las personas, por ejemplo en María Magdalena. Miramos ahora sólo a aquellas personas sencillas que se adhirieron a Jesús resucitado formando una comunidad que tenía siempre como telón de fondo la Resurrección de Jesús. Nos los describe la primera lectura de la Liturgia de hoy.

Una síntesis perfecta
Pocas veces se habrá logrado una síntesis tan brece y precisa como la que logró el autor de los Hechos de los Apóstoles cuando describió la vida de la primitiva comunidad cristiana con una sola línea, que hemos proclamado en nuestra celebración: “Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones” (Hechos, 2, 42). ¡No se puede pedir más en menos palabras! Es una comunicación que deberíamos aprender de memoria, como cuando aprendemos una oración, porque contiene los principales elementos que constituyen y distinguen a los verdaderos cristianos. En los domingos que sigan iremos desgranando esta línea. Será materia sencilla y sabrosa, como la que conviene a cristianos nuevos, resucitados.

Para la semana: Repetiré muchas veces esas palabras: “Acudían asiduamente etc.”.