Deuteronomio 8,2-3. 14b-16a | 1 Corintios 10, 16-17 | Juan 6, 51-58
En el refranero español hay un lugar para este refrán: “Tres jueves hay en el año que relumbran (relucen, brillan) más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión”. De los tres jueves ha quedado solamente uno, el Jueves Santo. Los otros dos jueves han pasado a los domingos respectivos. La reforma litúrgica creyó que las circunstancias de nuestro tiempo pedían estos traslados, precisamente para que pudieran ser celebrados en mejores circunstancias de tiempo y los cristianos pudieran participar mejor. Sólo algunos lugares continuaron celebrando solemnemente en jueves el Corpus Christi. Nos hemos acomodado a este traslado temporal y creemos haber ganado con ello.
En año de pandemia
Este año celebramos el “Corpus” (así solemos llamarlo, sin quitarle la mayúscula, para afirmar que Cuerpo por antonomasia es el Cuerpo de Cristo) en una situación muy peculiar, el “Corpus” de pandemia, es decir, en tiempo de pandemia. También al “Corpus” le afecta la pandemia. Seguramente no puede celebrarse con las mismas “solemnidades” con que lo hacíamos años pasados. Es normal que tengamos cierta nostalgia y añoranza de cómo lo celebrábamos años pasados. Y es bueno que tengamos esta nostalgia y añoranza, porque es la oportunidad para recordar a quienes nos precedieron en esta hermosa celebración, lo hicieron bien y nos enseñaron a hacerlo bien.
Corpus de creatividad
La pandemia nos obliga a cambiar muchos aspectos de nuestra vida en todas sus manifestaciones, también manifestaciones religiosas. No lo hacemos por capricho. Lo hacemos obligados. La pandemia obliga a no pocos cambios, pero no puede destruirnos tanto como ella quisiera. Sabemos cómo defendernos y la mayor parte de las veces somos capaces de acertar y vencer. ¿Nos va a obligar la pandemia a olvidar y destruir la celebración del Corpus? No, no puede ser. Tenemos suficiente capacidad eucarística para seguir celebrando el Corpus de una manera nueva. Toda comunidad cristiana, toda parroquia está invitada a ser creativa para celebrar, incluso a celebrar mejor, uno de los recuerdos más queridos y hermosos de nuestra fe: la cena de Jesús con sus apóstoles, cena que nos mandó perpetuar: “cuantas veces lo hagáis, hacedlo en memoria mía”.
El cáliz y el pan
La segunda lectura de la liturgia de este domingo, muy breve, tomada de San Pablo a los primeros cristianos de Corinto concentra el esquema de esta celebración: “el cáliz que bendecimos”, es decir: el cáliz sobre el que pronunciamos la plegaria eucarística (la historia de nuestra salvación) y “el pan que partimos”, es decir: el “pan” que compartimos en la riqueza de formas que la historia y el presente nos ofrecen, nos invitan a seguir ese ritual que es expresión de la generosidad de Dios en Jesús y de nuestra acogida agradecida y comprometida para seguir una vida cristiana.
Para la semana: Seguimos adelante en nuestra historia (que sigue siendo historia de salvación), acompañados de Jesús eucaristía. Actualicemos su recuerdo.