Números 11, 25-29 | Santiago 5, 1-6 | Marcos 9, 38-43. 45. 47-48
El domingo pasado la liturgia nos presentaba una enseñanza muy necesaria para todo cristiano: no ambicionar ser los primeros, los más elevados y estimados en la vida, sino ser los últimos y mejores servidores de todos. Como el Hijo del hombre, como Jesús. La humildad: “andar en verdad”, es una lección cristiana y humana, necesaria en todos los tiempos, incluidos los nuestros. Y es una oportunidad permanente.
El presente domingo va en esa línea y puede considerarse como un complemento del domingo pasado: “Jesús reprueba la estrecha mentalidad de sus discípulos”, que todo lo miden por su estrecho, personal y caprichoso juzgar, que no es evangélico. Tres sentencias de Jesús en el evangelio nos examinan también a nosotros.
Los que no vienen con nosotros
Los seguidores de Jesús (y no solo ellos, pero ahora estamos en familia y hablamos de nosotros) con frecuencia no solo nos creemos los mejores, sino que incluso nos creemos los únicos. Nos creemos los únicos posesores de la verdad, de la bondad, ejemplo para la sociedad y para la Iglesia. Con frecuencia habremos oído algo parecido a esto: “si hay que hacer esto, lo haremos nosotros”. Y no aceptamos que los demás nos den lecciones; y menos aún ponerlas en práctica. Hay muchos cristianos que “no vienen con nosotros”.
“Se lo hemos querido impedir”
Es lo primero que se nos ocurre, y a veces lo único. Y nuestra primera y espontánea reacción es rechazar a los demás. Parece que es una actitud muy frecuente. Y viene de lejos. Esa fue la primera reacción de los discípulos de Jesús: “no son de los nuestros…”, pues les prohibimos cualquier cosa “buena”. ¿Somos como aquellos discípulos?
“No se lo impidáis”
Los discípulos iban ufanos. Cercanos externamente a Jesús, como si fueran los únicos, creyeron que Jesús les iba a aplaudir, pero encontraron una sencilla y esencial lección. No quiso en esta ocasión echarles una filípica. Inicialmente les dijo solo: “No se lo impidáis”. Sería para ver los rostros de aquellos ufanos seguidores de Jesús, que parecían sus guardaespaldas. Y sí les dijo unas palabras, sin levantar la voz ni humillarlos, pero palabras fundamentales y prácticas para la convivencia humana y cristiana: “el que no está contra nosotros, está por nosotros”. Hay mucha gente que sin ser como la nuestra, nos respeta y comparte buena parte de su vida con nosotros.
¿Se repite la historia?
Probablemente sí. Y hasta es normal, aunque la relación entre cristianos y no cristianos viva en un contexto diverso. Incluso cuando entre los seguidores de Jesús en nuestros días, se da algo parecido a lo que sucedió entonces. Alguien de nuestros días, como título de las palabras que hemos proclamado nosotros en el evangelio, escribió: “La ‘inquisición’ viene cuando falta la eclesiología”.
Para la semana: Comparte el bien con quien hace el bien, aunque no sea tu amigo/a ni tenga tu misma fe.