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Números 6, 22-27 | Gálatas 4, 4-7 | Lucas 2, 16-21

El tiempo de Navidad, antes y después del nacimiento de Jesús, es rico en el sentido cristiano de la vida. Es una riqueza que suena a tiempos pasados, ya obsoletos, sobre todo al observar cómo cambian las costumbres y novedades de nuestra vida diaria.

Y sin embargo, al menos para el cristiano, y utilizando formas nuevas, siempre habrá un rincón de la historia que invita y acoge a quienes se acercan a él. Y allí encontrarán algo que atrae no solo al cristiano, sino a toda persona avispada. Las lecturas de hoy, primeras de un año nuevo, desconcertarán a muchos. Damos unas pinceladas:

Unos pobres pastores

Unos pobres pastores dormían y vigilaban a la vez tranquilos al raso. Y algo les despertó. Era una curiosa y desconocida luz. Algo que no era lo que les sucedía con frecuencia. Los pastores siguieron la estela de aquella luz. Y se animaron entre ellos. Quizá el más arriesgado saltó:

“Vayamos hasta Belén”.

Y hasta Belén se fueron a media noche. Iban diciéndose por el camino: “veamos lo que ha sucedido”. La curiosidad con frecuencia es intuitiva y atrevida. Y todos, incluido Dios, la utilizamos con frecuencia. Es rara, pero es llamativa. Y ponerse en camino es obligado para llegar a algún fin. Y en camino se pusieron aquellos pastores que dormían al raso.

El que busca encuentra

Y el que busca encuentra. Y con frecuencia le acompaña la sorpresa. ¿Qué pasará, qué nos esperará? Y en esta ocasión les esperaba algo realmente raro y curioso: “un niño acostado en un pesebre”. ¡Santo cielo, se dirían aquellos sencillos pastores! Pero ¿no habría algo más decente? Qué habrá pasado… Nunca un pesebre había acogido algo semejante. ¡También un pesebre puede albergar grandeza! Y se quedaron con un buen recuerdo. Seguramente lo iban comentando cuando volvían a sus apriscos.

Y allí estaban María y José

María y José eran los padres de aquel niño. Habían dado vueltas y revueltas, pulsaban en las casas y las posadas. Estaba todo lleno. No había lugar. ¿Ni siquiera para una mujer embarazada? Ni siquiera. Los pastores se hacían lenguas. No sabían qué pensar. En esos casos se habla poco y se siente mucho.

“María guardaba todas estas cosas en su corazón”

A María le sucedían “cosas raras”. A veces se abrió a su prima Isabel. Aunque lo suyo era sobre todo la vida silenciosa de su corazón. Lo tenía que vivir también ante su marido José. No era fácil para ellos. No es fácil para nadie. No somos los primeros ni los mejores en guardar tantas cosas en el corazón.

Para la semana: Comenzamos un año nuevo. No sabemos lo que nos espera. Nos pueden suceder cosas “raras”. Estemos atentos a todo lo que nace y suena en el corazón. Tenemos predecesores que lo vivieron antes. Y seguramente también ellos nos esperan para compartir con ellos hasta rarezas importantes.