Hablar de vacaciones en estos tiempos que estamos viviendo resulta un poco extraño, después casi cien días de confinamiento y ahora en pleno verano, cuando parecía que habíamos aplacado al dichoso virus de la pandemia, surgen nuevos contagios por todos los rincones del país y por todo el mundo, y esto evidentemente nos preocupa y nos mantiene en estado de alerta.
En medio de esta travesía las vacaciones tienen otro sabor, ahora no están las cosas para ir de un lado para otro; aunque sí es necesario un merecido descanso para reponer fuerzas, para encontrarse con la familia y también para mantener nuestro ser cristiano, nuestro trato con Dios.
En cierta ocasión Jesús invitó a sus discípulos a retirarse a un lugar apartado de la gente para descansar, habían tenido una actividad muy intensa con las gentes de aquellos pueblos y aldeas.
Jesús nos propone descansar después de faenar. No se trata de un mero relax físico, sino de tener momentos para oxigenar el alma, para mantener el contacto con Dios, que está en todas partes, para reorientar tu vida, tus planes, tus relaciones con los demás. Y esto depende solo de ti, de buscarte tiempos de silencio, una iglesia cercana, compartiendo la misa dominical con la comunidad en la que estás de vacaciones, leyendo un buen libro.
Lo importante es que mantengas siempre y en todo lugar la puerta de tu corazón abierta para que cuando llame Jesús le abras y pueda entrar y quedarse contigo. Es el descanso que todos merecemos, aprovéchalo.
¡Feliz descanso!
Ángel F. Mellado