Si hay un nombre que más se pronuncie en este mes de julio por tierra, mar y aire es sin lugar a dudas El Carmen. Invocan su nombre los marinos, pescado-res y hombres del mar con la salve marinera; también en la tierra con la Salve, la Salve Regina y otros cantos. El gran milagro de esta Madre es lograr que nos juntemos tanta gente de distintos colores y mentalidades, haciendo posible que se repita constantemente el milagro de Caná, convirtiendo el agua de la desmotivación en el vino de la esperanza, de la alegría, de la unidad y el gozo. Por ello decimos gracias, Madre por tanto.
También nosotros, desde esta pequeña parcela de Dios en la parroquia de Santo Domingo, hemos palpado la presencia de María que ha hecho posible dejar a un lado el desencanto para pasar a las ganas de vivir con ilusión, recuperando la alegría y el gozo, celebrando la fiesta de la parroquia, compartiendo unos momentos de alegría; reuniendo a niños jóvenes y adultos para alfombrar el paso de la Virgen en el día de su fiesta; convocando a una buena asamblea para celebrar la Eucaristía de acción de gracias a Dios en el día de su fiesta; sintiendo la necesidad de salir por las calles del barrio con ella, para anunciar que María es una presencia para todos. Por todas estas cosas, queremos pronunciar tu nombre y decirte desde lo hondo de nuestro corazón GRACIAS, MADRE por tantas cosas. Que sigas acompañando nuestros pasos por el mar de la vida, para que sintamos que tú eres la barquilla segura que nos lleva a buen puerto, al encuentro con Jesús.
Ángel Fernández Mellado