Sofonías 2,3; 3,12-13 | 1ª Corintios 1, 26-31 | Mateo 5, 1-12ª
Jesús vio el gentío, subió a la montaña, se sentó y se dijo: esta es la mía, hay que aprovechar, que hay “gentío”. Los primeros en acercarse para oírle bien fueron los discípulos. Pero no ellos solos. Y Jesús se puso a hablar:
Dichosos… O si lo preferimos: Bienaventurados…
Y fueron cayendo uno tras otro nueve pausados mazazos:
– “Dichosos los pobres de espíritu…
– “Dichosos los sufridos…
– “Dichosos los que lloran…
– “Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia…
– “Dichosos los misericordiosos…
– “Dichosos los limpios de corazón…
– “Dichosos los que trabajan por la paz…
– “Dichosos los perseguidos por causa de la justicia…
– “Dichosos vosotros cuando os insulten, y os persigan, y os calumnien de cualquier modo por mi causa…
Se les abrían los ojos como platos
Al gentío, más que los oídos se les abrían los ojos. Y más todavía, todo su cuerpo. Nos habría gustado mirarlos a la cara y ver sus reacciones. Nunca habían oído semejante parrafada. No se atrevieron ni siquiera a decir que Jesús estaba loco, aunque probablemente lo pensaron, si bien no lo dice el evangelio. Quizá también nosotros abriríamos los ojos. Incluso los abrimos actualmente. Y damos vueltas a los evangelios para ver si es que nuestra edición está equivocada. Pues… no, no está equivocada. Esas palabras son palabras de Jesús.
“Nuestro carné de identidad”
“Ese texto abre el “Sermón de la montaña” y ha iluminado la vida de los creyentes y también de muchos no creyentes. Es difícil no conmoverse por esas palabras de Jesús. Y es justo el deseo de entenderlas y recibirlas cada vez más plenamente.
Las bienaventuranzas contienen el “carné de identidad” del cristiano, ese es nuestro carné de identidad, porque delinean el rostro del mismo Jesús, su estilo de vida”.
Escuchemos a Jesús
Son muchos los que han tratado de comentar, y han comentado, estas palabras de Jesús. No todos los comentarios coinciden. A veces ni siquiera se parecen. No es un texto fácil. No obstante, Jesús decía, hacía y enseñaba. No echaba palabras al viento. Hablaba para todos. “Gentío”, dice la lectura de hoy. En ese gentío estamos también nosotros. Las bienaventuranzas tienen un “contenido inagotable”. El pozo es hondo.
Para la semana: Estaré atento al menos a alguna de las bienaventuranzas.