En este momento estás viendo «VOSOTROS SOIS SOL DE LA TIERRA Y LUZ DEL MUNDO»

Isaías 58, 7-10 | 1ª Corintios 2, 1-5 | Mateo 5, 13-16

Las Bienaventuranzas del domingo pasado eran solo una parte del capítulo 5º del evangelio según san Mateo, espléndido capítulo para el cristiano. Probablemente uno de los mejores de ese evangelio.

Jesús viendo el gentío o muchedumbre se animó más que otras veces. Nueve Bienaventuranzas dejaba a la muchedumbre con la boca abierta. Nunca habían oído cosa semejante. Todavía en nuestros días llama la atención al cristiano.

Y Jesús siguió hablando

Gran día fue aquel día. Jesús no descansó. Siguió hablando y, con tono distinto, continuó hablando a la muchedumbre. Le quedaba todavía mucho por decir. Su tono era más concreto y cercano a la muchedumbre. Las Bienaventuranzas corrían el peligro de parecer algo aéreo, que hablando a la muchedumbre, ésta podría parecer que hablaba al viento, no se sentía alcanzada.

“Vosotros sois…”. Ahora hablaba más concreto y cercano. Jesús cambiaba lo abstracto por lo concreto. Ahora se dirigía a ellos, a la multitud que estaba allí escuchando. Seguramente pusieron más atención. Y Jesús continuó con la mirada más cercana: “vosotros sois…”.

“Sal de la tierra y luz del mundo”.

Jesús también sabía piropear. Aquí lo hace a un gentío que le escucha. Y se abaja a la gente sencilla, utilizando palabras que todos entendían: sal y luz. ¡Qué sencillo! ¡Y qué hermoso!

Todo se puede corromper (inutilizar)

Y Jesús seguía ahora hablando, pero con tono distinto. La sal volvió a estar presente. Pero el tono de Jesús era distinto: “Si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará?”. También esto lo entendía el gentío sencillo. Y Jesús no quiso dejarlos sin su palabra, ahora con tono distinto: la sal podía desvirtuarse. Y

“Ya no sirve para nada”.

La expresión era dura. Y sin duda el gentío lo entendía. La sal si se desvirtúa no sirve más que para tirarla y pisotearla. ¿Decepción? Probablemente sí. Y la decepción aumentaba oyendo que a la luz podía esperarle algo parecido. Sal y luz se juntaban de nuevo ahora para aumentar la desesperación.

“Brille vuestra luz ante los hombres”

Y Jesús seguía. Ahora directamente con la luz, con una luz que se acercaba a la sal. Ambas andaban juntas. Y escucharon unas palabras armoniosas, directamente sobre la luz, pero que valía también para la sal: brille vuestra luz y vuestra sal ante los hombres.

No para vanidad y presunción de una y otra, aunque ahora sea la luz la que se llevase la primacía. Una y otra tendrían una hermosa finalidad: “para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en el cielo”. No está en las nubes. Está en el cielo, desde el que todo lo sigue.

Para la semana: Somos aquel gentío que escuchaba a Jesús unas palabras que no pasan y que se nos dirigen también a nosotros. Sigue habiendo muchos hombres y mujeres de quienes se espera y a quienes se agradecerá que sean también hoy sal y luz en nuestro tiempo.