Cristo vive y camina con nosotros
todos los días hasta el fin del mundo.
Tendamos la mano a cuantos sufren y lloran,
y gritan un mensaje de paz,
de justicia y de perdón.
La buena y esperanzada noticia
de que tú, Dios Padre,
le has dado la razón al resucitarlo
nos anima a ser tus testigos en nuestro mundo.
Con nuestro estilo de vida
y con nuestra palabra,
anunciemos que Cristo,
nuestro hermano, ha resucitado.
Hay esperanza para la humanidad.
¡Aleluya!