Eclesiástico 3,2-6.12-14 | Colosenses 3,12-21 | Mateo 2, 13-15.19-23
En el contexto de la Navidad es normal que echemos una mirada a la familia de Nazareth. Jesús, cuyo nacimiento hemos celebrado, no apareció en Belén como si fuera una idea. Era un niño de carne y hueso, que entraba a formar parte de una familia concreta y real: José, María y “el niño”. A los tres les hemos mirado al acercarnos al Portal. Y seguro que los tres nos han mirado también. Están en familia.
La familia de Nazareth
La liturgia recuerda a la familia de Nazareth con poco “bombo” y mucho sentido vital. Más bien ve en ella a una familia que no nace de la nada (mirada al pasado), que tiene su propia problemática concreta (mira a su presente) y que es espejo donde pueda mirarse el futuro (nosotros). Si le echamos a la mirada un poco de sentido histórico, tenemos aquí una página interesante, concretamente para el cristiano.
Primera lectura
El libro del Eclesiástico, libro del siglo II antes de Jesús, era conocido de José, de María y de Jesús. No hay que suponer que eran “especialistas” en la literatura religiosa de su pueblo. Pero sí puede suponerse que conocían las “Escrituras” que se leían en la Sinagoga todos los sábados. Y que era lectura para todo buen judío. No es un sueño pensar que más de una vez los tres componentes de la familia de Nazareth había leído y meditado: “el Señor glorifica al padre en los hijos, y afirma el derecho de la madre sobre su prole. Quien honra a su padre expía sus pecados; como el que atesora es quien da gloria a su madre”. ¡Podía cruzarse las miradas, porque para los tres había algo interesante!
Evangelio
Toda familia tiene su contexto. Y tiene su vida propia, con su problemática. Como la humanidad, familia amplia, tiene sus gozos y esperanzas, tristezas y angustias. Por las circunstancias y causalidades que sea, distintas en tiempos, lugares, culturas, categorías, etc. Pero las tiene. La familia de Nazareth no estaba exenta de esta ley de la historia. Y muy pronto pudo constatarlo. ¡Y de qué manera! Fue José quien tomó la delantera: “el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle.” 14 El se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; 15 y estuvo allí hasta la muerte de Herodes”. El padre, la madre, el niño. Todos tres.
¡Qué angustia! ¡Nada menos que para matar al niño!
Comunidad cristiana
La segunda lectura mira ya a la comunidad cristiana. “Mujeres”, “maridos”, “hijos”. Normalmente, toda familia, también la cristiana, está configurada por estos tres referentes. Cada uno con aportación a la vida común. Entre cristianos sabiendo que la Palabra de Dios es la luz que dirija estas relaciones.
El texto de hoy relativo a las relaciones entre los miembros de una familia plantea un problema que no debe obviarse. No es de fácil interpretación. Y hay expresiones que seguramente necesitan de una interpretación cultural que supere la literalidad. No es para hacerlo en este momento. Pero debe hacerse sin escrúpulos.
Para la semana: oraremos por la familia, por toda familia, por todos los miembros de la familia; con agradecimiento y deseo de aprender siempre.