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Señor, ¿qué quieres que yo haga? Es la pre-gunta que le dirige San Pablo al Señor. Cae en la cuenta de que se había equivocado persiguiendo a los cristianos, y que tenía que cambiar de dirección. Han pasado veintiún siglos y desde entonces muchos jóvenes que se hicieron la misma pregunta que San Pablo, dieron un paso adelante siguiendo al Señor en la vida sacerdotal y religiosa. Y es que Dios sigue llamando, no de una manera ruidosa, ni publicitaria, ni espectacular; de vez en cuando se va haciendo presente a través de los pequeños detalles de cada día, pasando casi desapercibido, como aquella brisa suave de la que se nos habla en el 2º libro de los Reyes, en la cueva del Horeb, ante el profeta Elías.

Necesitamos escuchar la voz del Señor en todos los momentos; aunque parezcan insignificantes, de nuestra vida, sacudiéndonos el aturdimiento que nos producen los mensajes diarios que nos vienen de las redes sociales. Ojalá que escuchéis la voz del Señor (Salmo 94), que te quiere llamar a la vida sacerdotal y religiosa. Es tarea de todos, padres, madres, catequistas, profesores, sacerdotes, llamados a despertar esta voz del Señor en los niños y en los jóvenes, ayudándoles a preparar la tierra para que la semilla de Dios germine y no se asfixie en los caminos de la indiferencia y de la inconstancia. Es imprescindible que todos arrimemos el hombro para que la pregunta de San Pablo, Señor ¿Qué quieres que haga? cale hondo en el corazón de tantos jóvenes que en el fondo necesitan, como todos, llenar sus vidas y prepararlos para ser discípulos del Señor.

Ángel F. Mellado