Isaías 35, 1-6a. 10 | Santiago 5, 7-10 | Mateo 11, 2-11
La liturgia de este domingo nos presenta la figura de Juan el Bautista, mensajero de Jesús. Juan el Bautista es conocido como el precursor de Jesús, el que ha venido antes que Jesús, muy poco antes para prepararle el camino a Jesús: “Preparad el camino al Señor”. Preparemos así la Navidad, el encuentro con Jesús presente en la historia, incluida nuestra historia.
Juan tenía sus dudas
La cercanía entre Juan y Jesús (se dice que eran “primos”) les dio una familiaridad estrecha. Mutuamente se estimaban: “No merezco, decía Juan, desatarle la correa de sus sandalias” (Lc 3,16). Y Jesús no se recataba en decir de Juan: “no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista” (Mt 11, 11). En aquellos tiempos estaba en la atmósfera humana una especie de convicción de que iba a llegar el Mesías, entendido por el pueblo como un tipo de mucho poder, que iba a liberarlos del dominio de los romanos. Pero era difícil identificar a este personaje. Y Juan el Bautista le daba vueltas a la presencia de su “primo”, pensando si sería él precisamente el libertador de Israel. Es probable que muchos de nosotros y de nuestros contemporáneos nos preguntemos también: y ese Jesús, del que tanto nos hablan…, ¿quién era, en definitiva? ¿Era un ser “superior” que resolverá nuestros problemas?
Dudas para preguntar
Y Juan no se quedó de brazos cruzados. Juan estaba en la cárcel y no tenía acceso directo a Jesús. Pero quería aclararse quién era realmente su primo. Y mandó algunos de sus seguidores (de Juan) a preguntarle por directo a Jesús: “¿Eres tú el que tenía que venir, o hemos de esperar a otro?”. Dudar es muy humano. ¿Qué hacemos nosotros con nuestras dudas, dudas religiosas entre otras? ¿Reflexionamos, buscamos, preguntamos…?
Jesús “contesta”
Jesús contestó. No rehuyó la pregunta. Contestó con palabras y con hechos. A veces se desprecian las palabras. Solemos decir que “las palabras se las lleva el viento”. Y con frecuencia puede ser verdad. Pero será porque se contesta con palabras vacías, tontas y, a veces, hipócritas. Las palabras no son suficientes, pero son importantes. Jesús les dice a los emisarios de Juan: “contad a Juan lo que oís y veis”. Sí parece que Jesús pone más énfasis en los hechos que en las palabras. Y Jesús les proporciona una serie de hechos que están a la vista de todos. Pero también les aconseja que atiendan a lo que “oyen” de labios de Jesús.
De los cojos al “escándalo”
En pocas palabras y mucho contenido Jesús se identifica como el que se entrega a ciegos, cojos, leprosos, sordos y muertos. A todos ellos Jesús ha auxiliado, a cada uno en su necesidad. Las obras acallan muchas dudas. “Esta es la prueba de lo que soy”, podría decir Jesús. Y si alguien se escandaliza de este Jesús…pobrecito él. Que no vaya al portal
Para la semana: preparemos el acercamiento al portal solidarizándonos con los necesitados de nuestro mundo. Ahí ha puesto Jesús su “portal”.