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Eclesiástico 15, 15-20 | 1 Corintios 2,6-10 | Mateo 5, 17-37

 

Ante las leyes, sean civiles o religiosas, suelen darse diversas mentalidades y actitudes. Se da una mentalidad y actitud legalista, que acentúa las posturas exteriores, el formalismo, las apariencias; se da una mentalidad y actitud despectiva, que se ríe de ellas, las desprecia; y se da una mentalidad y actitud confusa, que no sabe bien a qué atenerse. No es fácil captar el verdadero sentido de las leyes y la actitud que debe adoptarse ante ellas. En el ambiente en que vivió Jesús se daban ya estas mentalidades y actitudes, a su modo, pero se daban. Con frecuencia, mucho más llamativas que las actuales. Jesús no era un jurista. Y no habla como jurista. Sus palabras, nada fáciles, pueden alumbrar una actitud, que, siendo plural, pueda ser aceptable. El evangelio de este domingo nos puede dar cierta luz.

“No he venido a abolir la Ley y los Profetas”

Son las primeras palabras que pronuncia Jesús al afrontar este tema. Jesús mismo cita con frecuencia la Ley y los Profetas (el Antiguo Testamento en su conjunto). Y lo estima. Pero no siempre los sigue al pie de la letra. Incluso hubo momentos en que sus  oyentes, los fariseos especialmente (muy amantes de las exterioridades) se le plantan y le piden que explique por qué se aparta a veces nada menos que de Moisés, el Padre de Israel. Jesús no se retracta, sino que da su razón: “por la dureza de vuestros corazones, pero al principio no fue así”. Jesús, que estima a Moisés, estima más a Dios: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5, 29).

No he venido a abolir, sino a dar plenitud”.

La expresión “dar plenitud”, se expone a diversas interpretaciones. Algunas traducciones bíblicas en lugar de traducir: “dar plenitud”, traducen: “A darle su verdadero significado”.  Otros prefieren traducir: “a dar cumplimiento”. Y no faltan quienes traducen: “He venido a poner fin a la ley de Moisés y de los profetas”. Es comprensible que el lector cristiano, que quiere ser fiel a la palabra de Jesús, se sienta algo confundido al ver estas diferencias. Cuando Jesús se presenta en público en la Sinagoga de Nazareth, ante su pueblo, después de leer unas palabras del profeta Isaías, Jesús dice: “Hoy se cumplen en mí estas palabras”. De nuevo la misma palabra: “cumplir”.

“Se dijo a los antiguos.. Yo os digo”

 [Cumplir no está en contra.]Con estas palabras Jesús confiesa que su pensamiento tiene novedades, se aparta en alguna manera de lo que literalmente dice el Antiguo Testamento. Estamos ahora en el Nuevo Testamento, la nueva ley que Jesús ofrece. “Yo os digo” es una expresión que claramente se distancia. Para el cristiano, Jesús es la “Ley”. Quienes siguen a Jesús no desprecian la Ley que ha regido hasta su venida, pero saben que Jesús es la plenitud, nació en la plenitud de los tiempos y dio a los tiempos su plenitud.

Negación y ampliación

Jesús ha concretado su pensamiento ante la Ley y los Profetas (el Antiguo Testamento) en algunas situaciones concretas, de las que habla el evangelio de hoy: “no matarás”, “no cometerás adulterio”, “no jurarás en falso”. Jesús lo que hace es “ampliar” el verdadero sentido de esas palabras. “Matar”, por ejemplo, no es solo quitar a otro la vida, sino también otras muchas actitudes: insultar, por ejemplo. Jesús hila fino en la conducta humana.

Para la semana: hilemos fino en nuestras relaciones con la humanidad y la creación. Esa es la ley de Jesús.