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Génesis 2, 7-9; 3, 1-7 | Romanos 5, 12-19 | Mateo 4, 1-11

 

Una vez más llega la cuaresma a nuestra vida cristiana. Y comienza con las tentaciones que tuvo Jesús al comenzar su vida pública.

Un Jesús humano

Porque Jesús fue tentado. Y fuertemente. Esto nos libera ya de ciertas concepciones de la persona de Jesús, como si Él fuera una abstracción en lugar de una persona.

Ser tentado, sobre todo fuertemente tentado, no es una falta; menos aún un pecado. Jesús lo que hizo con El tentador fue afrontarlo y enfrentarle. ¡Fue una gran victoria, que invita a no tener miedo de ser tentados! Eso sí: hay que estar preparados.

La tentación no es una banalidad

Jesús no era cualquier cosa. Afrontarlo es ya estimarlo. Porque el “diablo o demonio” no era cualquier cosa. Hay que estar preparados para digerir entre el diablo y el hombre. Aprendamos de Jesús a afrontar al diablo. Y nada de banalizarlo.

Afrontar la tentación.

Que Jesús fuera tentado, y que nos lo diga concretamente el Evangelio, es para pensarlo. El diablo y Jesús eran dos personajes suficientemente importantes como para pasar a la historia más que las grandes batallas que conocemos a través de la historia.

El demonio no era lerdo

Seguramente son muchos los que crean que es fácil afrontar al diablo. Nos han enseñado, de buenas maneras, ciertamente, a hacer ciertos gestos o decir ciertas palabras y creemos que con ello el diablo escapa. No es así: tres veces seguidas se acercó a Jesús bien preparado. Si no fuera listo el diablo, no se habría acercado a Él. El diablo no pierde el tiempo.

“No nos dejes caer en la tentación”

Lo hemos dicho. El diablo no pierde el tiempo y se acerca para ganar ante las personas que más le estorban. Jesús conocía de primera mano la astucia del diablo y la flaqueza humana. Y sabía, que si Él había sido tentado, tentados lo serían también sus seguidores. Y que esos seguidores necesitaban un apoyo fuerte, como lo es el recuerdo de Jesús. Y que no fuera muy difícil.

El padrenuestro

Sí, sí, el padrenuestro. Entre las cosas que llaman la atención en Jesús a lo largo de su vida es la oración. Pasaba noches enteras en oración. Se levantaba muy pronto y tenía que despertar a sus discípulos. Y estos discípulos un buen día le pidieron a Jesús: “enséñanos a rezar, como Juan (Bautista) lo enseñó a sus discípulos” (no querían ser menos).

Y Jesús les enseñó a rezar. A los discípulos y a todos. Un buen día les dijo: “Vosotros, cuando oréis, decid…”. Y de su boca salió el Padrenuestro. Y en el Padrenuestro encontramos esta petición: “No nos dejes caer en la tentación”. Más claro, agua.

Para la semana: Le pediré al Señor que “no nos deje caer en la tentación”.