Malaquías 3, 19-20ª | Segunda Tesalonicenses 3,7-12 | Lucas 21,5-19
Dentro de quince días volverá el tiempo de Adviento, tiempo que celebra la venida del Hijo en carne mortal que nace en un pesebre “entre la mula y el buey”. Hoy nos acercamos al final del año litúrgico y ello invita a poner los ojos en el final de los tiempos. Son tiempos importantes, muy importantes: “en todo, mira el final”.
Las palabras y las imágenes de las lecturas de este domingo son gruesas. Impresiona el panorama que describen. Quizá las necesitamos para despertar de nuestros olvidos. Pero hay que saber leer lo que se esconde debajo de ese lenguaje apocalíptico. Tanto el profeta Malaquías, el último de los profetas bíblicos (primera lectura) como el evangelio intercalan palabras y expresiones que iluminan la vida presente y la futura, ambas relacionadas.
“No tengáis pánico”
El pánico es miedo excesivo, sin causa justificada. Crear pánico no es el método de Dios. Probablemente han existido, y existen, métodos del miedo, que crean pánico en muchas personas, sobre todo en personas de tendencia y educación escrupulosa y negativa. Estas personas suelen ser bunas y delicadas. Y sufren inmerecidamente, incluso dentro de las propias familias. Harán bien en liberarse del pánico cuando piensan en el final de sus vidas.
“No os dejéis engañar”
Siempre han existido movimientos tremendistas, seguramente bien intencionados, que asustan. Toman las palabras al pie de la letra y deducen consecuencias extremosas y desacertadas. Sin condenar a nadie, hay que hacer lo posible para no ser ingenuos y dejarse atrapar (también con buena voluntad, sin duda). El evangelio nos previene: “no os dejéis engañar”, “vendrán muchos usurpando mi nombre”. “No les sigáis”.
“No preparéis la defensa”
Los extremismos –también los extremismos religiosos- suelen huir del diálogo. Lo tienen todo muy claro y seguro y lo que no concuerda con lo suyo no les parece válido. Defenderse de ellos y contra ellos es perder el tiempo. “No preparéis la defensa”. Es inútil. Es preferible poner la atención y la vida en otro lugar. Si la conciencia no os acusa, no tenéis de qué defenderos. Si sois culpables, cambiad de vida, vale más que discutir.
Dad testimonio
Y después de un sincero examen y de un cambio, dad testimonio. Vale más el testimonio (el ejemplo) que las amenazas y las palabras. Hacen menos ruido, parecen (palabras) inofensivas y cuitadas, reservonas… pero el lenguaje silencioso y tranquilo es mucho más rico que el de la palabrería.
Sed perseverantes
Es relativamente fácil tener actos llamativos y generosos. Son buenos. Pero son relámpagos que pasan sin dejar luz. Quizá sobre todo en tiempos de cambios “rápidos” corremos el riesgo de ser poco perseverantes. Tenemos fogonazos. Vale poco. Es mejor la perseverancia: “la gota horada la piedra no cayendo con violencia, sino cayendo muchas veces, repetidamente”.
Para la semana: “No perecerá ni un cabello de vuestra cabeza”. El seguidor de Jesús no es abandonado a su suerte. Hay Alguien que mira por él. Amor y esperanza.