Los cristianos vamos a Misa el domingo para encontrarnos con el Señor resucitado, escuchar su palabra, alimentarnos en su mesa, y hacer Comunidad. Así lo vivieron, los discípulos de Jesús, a partir del día que Jesús había resucitado de entre los muertos y se les había aparecido, hablando y comiendo con ellos. Por esta razón, el do-mingo es un día sagrado. La Misa, es la que da sentido al domingo cristiano.
Hay quienes piensan que no tiene sentido ir a Misa, ni siquiera el domingo, porque lo importante es hacer el bien y amar al prójimo. Es cierto que el ser cristiano se mide por la capacidad de amar, como ha dicho Jesús: «En esto conoceréis que sois mis discípulos, en que os améis los unos a los otros”; pero, para practicar el amor evangélico necesitamos alimentarnos permanentemente de la eucaristía todos los domingos, si no comemos no podemos vivir, “el que come de este pan vivirá para siempre” nos dice Jesús. Vamos a Misa para recibir de Dios lo que verdaderamente necesitamos, como nos lo recuer-da la oración de la Iglesia: «Pues, aunque no necesitas nuestra alabanza, ni nuestras bendiciones te enriquecen, tú inspiras y haces tuya nuestra acción de gracias, para que nos sirva de salvación».
Ir a Misa los domingos no es sólo porque está mandado, sino principalmente porque los cristianos tenemos necesidad de participar en la Misa los domingos, porque sólo con la gracia de Jesús, con su presencia viva en nosotros y entre nosotros, podemos poner en práctica su mandamiento, y así ser sus testigos creíbles.
Ángel F. Mellado