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Baruc 5. 1-9 | Filipenses 1, 4-6.8-11 | Lucas 3, 1-6

Seguramente estamos ya preparando la Navidad. La sociedad, la creyente y la no creyente, se mueve de una manera particular. No es un tiempo cualquiera. Dependiendo de los lugares y costumbres, algo, que estaba escondido o lejano, se acerca a nuestras vidas. Aunque no todos estén contentos con el “barullo” que nos cerca, crean un ambiente cercano, de familiaridad, de encuentros, de cantos, de alegría (aunque la pandemia siga preocupando). Aprovechemos esta situación para crear también nosotros y en nosotros un clima especial, clima de Adviento.

Aprendamos  

Todas las cosas tienen su preparación, su antes. Sean buenas o sean malas. Quien va a hacer un desastre, del tipo que sea, lo ha meditado antes con cuidado, lo ha preparado. Y quien va a hacer una cosa buena, también la prepara con esmero. Esto se da también en Navidad: hay que preparar la Navidad y prepararnos para la Navidad. 

Preparad el camino del Señor

Es palabra de Juan el Bautista, que actualizamos en la lectura del evangelio de este domingo. No son propiamente palabras originales del evangelista Lucas. Ya antes de él las había proclamado el profeta Isaías (siglo VIII a. C). Los profetas miraban el futuro iluminado por Dios. Y ese futuro se iba haciendo presente en las siguientes generaciones. Nosotros las leemos y gustamos. Así llegaron a Juan Bautista, quien las transmitió a quienes le siguieron y escucharon, nosotros entre otros. Es “voz que clama en el desierto”. Juan no era el primero en hablar, o clamar, en el desierto. 

No todos los caminos llevan a Belén

¿Quién no ha perdido alguna vez el camino? Seguramente tenemos experiencia de habernos perdido, a pesar, incluso, de los muchos carteles que nos habían dicho lo contrario de lo que hemos hecho. A veces, nos reímos de nosotros mismos; otras veces nos enfadamos. Nos hace perder tiempo, tenemos que desandar lo que ya habíamos andado; a lo mejor llegamos tarde a nuestro destino, o no llegamos, etc. Belén tiene sus propios caminos. Sobre todo, desde que en un chamizo nació nada menos que Jesús.

“Un bautismo de conversión”

Esto era lo que proclamaba Juan, que, curiosamente, es conocido como “el bautista”, por haber “bautizado” a Jesús.

Preparamos la Navidad actualizando nuestro “bautismo de conversión”. Una vez más, la llamada a la conversión se hace presente en la vida de los cristianos. Se puede decir que el cristiano camina por caminos de conversión, que le acompañan siempre. Es probable que la palabra conversión asuste a no pocos caminantes. Debería ser todo lo contrario: la conversión transforma al caminante y le hace mejor caminante.

Para la semana: ¿Conoces el canto de Adviento: “El tamborilero…”? (El camino que lleva a Belén…)”. Cántalo, solo/a o en compañía, en la iglesia o en reuniones.