Sofonías 3, 14-18a | Filipenses 4, 4-7 | Lucas 3, 10-18
Seguimos caminando a Belén. Ahí está nuestra meta inmediata. Se “oyen” ya las voces de quienes se acercan al portal. Las dos lecturas previas al evangelio de este tercer domingo de Adviento lo insinúan y hasta lo cantan a voces alegres. Y está bien que de lejos podamos escuchar ya cantares que seguirán acompañando nuestra cercanía a Belén y al portal. La alegría de la cercanía es compatible con no haber llegado todavía a la meta. Esto no quita que oigamos también las voces de quienes acentúan su caminar guiados por el mismo Juan el Bautista. Juan Bautista aún no ha terminado su encuentro con los caminantes a Belén.
“La gente le preguntaba”.
Juan Bautista seguía tranquilo con su invitación a preparar el camino del Señor. Su palabra no había caído en saco roto. Las palabras que les ha dicho Juan Bautista no dejan indiferentes, no deja indiferente a la “gente” que le rodea y escucha. Y es esa misma gente la que hace “preguntas” a Juan Bautista. Inicialmente parece que la “gente”, la multitud, los oyentes en general ha quedado sorprendido y aturdido, sin saber qué hacer. Pero no ha quedado indiferente. Por eso pregunta.
“¿Qué debemos hacer?”
Cuando preguntamos (por una dirección, un nombre, etc.) generalmente concretamos la pregunta. Otras veces no sabemos bien qué debemos preguntar. Preguntar casi siempre es confesión de ignorancia y de deseo de conocer: no sabemos una cosa y por eso preguntamos.
En este evangelio tenemos a tres referentes: gente, publicanos y soldados. Las tres categorías preguntaban lo mismo: “¿qué debemos hacer”. Es un signo de humildad, de reconocimiento de la propia poquedad, de ansiedad.
Respuestas de Juan
Juan no despreció a ninguna de las tres categorías de personas. Seguramente adivinaba en sus preguntas un deseo de escuchar la contestación. A cada una de ellas les respondió con muy pocas palabras, con palabras sencillas, al alcance de los que habían preguntado. No era el momento de un largo sermón. Parece que Juan el Bautismo no era un gran predicador. Pero basta leer las respuestas para darse cuenta de que tocaba la realidad de la vida de quienes preguntaban. Invitamos a leerlas, por si pertenecemos a alguna de las categorías ahí indicadas por Juan Bautista. Y si no, nosotros mismos podremos hacernos otras palabras y suponernos lo que respondería a cada uno de nosotros/as.
Para la semana: que las tareas de estos días no nos impidan preguntarnos: “y nosotros/as, yo, ¿qué debemos hacer?”.