Génesis 15, 5-12.17-18 | Filipenses 3,17-4,1 | Lucas 9,28b-36
Celebramos en este domingo la Transfiguración de Jesús: una de las grandes experiencias de Jesús como elegido del Padre. Los seguidores de Jesús necesitan de vez en cuando una “prueba” de que aquel que camina hacia la muerte es el Hijo predilecto del Padre, que llama a escucharle (=seguirle). Unas veces en la llanura y otras en el monte, Jesús es el Hijo predilecto que camina a la gloria.
“Subió al monte a orar”
Jesús lo hacía muchas veces: pasaba las noches en oración. Y le gustaba hacerlo en el monte. También a él le parecía que allí estaba más cerca de Dios. Muy humano. Muy significativo. Allí le esperaba el que vive en las alturas: el Padre.
Y solía hacerlo a solas. Esta vez se llevó consigo a tres de sus discípulos, tres de los más significativos: “Pedro, Juan y Santiago”.
“Mientras Jesús estaba orando…”.
Jesús no se dormía mientras oraba. La oración no es para dormirse. A veces nos tienta el sueño, pero no es el momento del sueño. Es el momento de estar despiertos y de escuchar a quien nos habla. Es Dios quien nos ora, a Jesús y a nosotros y que solo desde esa convicción se despierta en el orante la atención que cambia todo nuestro ser, incluso nuestro exterior. Con todo, también Pedro y sus compañeros se caían de sueño.
“Qué bien se está aquí”.
A pesar de todo, Pedro y sus compañeros se mantuvieron despiertos. Y todo tiene su recompensa: Dios habla siempre. Y siempre habla para comunicar verdades y bondades no sospechadas. A veces asusta. Como se asustó Pedro y sus compañeros. Pedro, siempre Pedro, se llevó unas palabras de las que no se dio cuenta: “No sabía lo que decía”. Se lo dirían en seguida:
“Este es mi Hijo, mi elegido. Escuchadle”
A Dios le quedaba la mejor palabra. Y no se la guardó. Pronunció su mejor palabra: “Este es mi Hijo, mi elegido. Escuchadle”.
Pedro, siempre sincero y amigo de la sinceridad, dijo a sus compañeros: “Qué bien se está aquí. Haremos tres chozas”. ¡Quién lo diría, Pedro! Pero Pedro no mentía. Se estaba bien
Para la semana: También en la oración nos espera el Señor para darnos buenas noticias.