«Venid conmigo a un sitio tranquilo a descansar un poco» (Marcos 6, 30). Hermosa propuesta de Jesús a sus discípulos para descansar y reponer las fuerzas perdidas por el desgaste del trabajo apostólico. ¿Os imagináis un paseo en barca por el mar de Galilea en compañía de Jesús? A nosotros también se nos ofrece la oportunidad del descanso con la llegada del verano, las vidas de muchas personas cambian de ritmo.
El descanso es una gran oportunidad para dedicar más tiempo a la familia, disfrutar de la playa, de la naturaleza. Aprovechamos para dormir un poco más, y estamos menos pendientes del reloj. También
es bueno que en este tiempo de relax descansemos también con Dios, que venga conmigo, haciendo un poco de oración, participando en la misa dominical… Es importante que nos preguntemos si Dios es parte de mi descanso, de mi verano, o se queda como presencia sólo en mis rutinas. Es un momento para el descanso, pero no para dejar que Dios se duerma en nuestro corazón o, tal vez, lo dejemos
marginado por otros “dioses” más refrescantes pero efímeros.
El descanso no es excusa para vivir al margen de la fe. ¿Acaso dejamos de comer o de beber en estos meses? Jesús nos dice: «venid conmigo». No significa que tengamos que hacer un parón a todo lo que estamos haciendo, sino que aprendamos a reconocerlo en medio de las actividades diarias, teniendo la confianza de un niño de que, hagamos lo que hagamos, jugando, escalando, divirtiéndote, sabemos que Él está conmigo. Que tengáis un feliz y refrescante descanso.
Ángel F. Mellado