En este momento estás viendo “TRES ERAN TRES… EN EL PORTAL DE BELÉN”

Eclesiástico 3, 2-6. 12-14 | Colosenses 3, 12-21 | Lucas 2, 41-52

Este año casi se juntan Navidad y Sagrada familia. No es mala suerte. Parecería que se achican las Navidades. Todo lo contrario: Una familia comienza a ser familia, precisamente cuando nace el primer hijo, aquí concretamente Jesús: José, María y Jesús. Ahora, “tres eran tres”. Le faltaba algo a María y José. La venida de Jesús, aunque fuese en la pobreza de un portal, hacía familia.

Como era en el principio…

En una familia, los primeros en moverse son los padres. Es evidente. Así sucedió con la Sagrada familia: María y José, José y María. El comienzo de todas las cosas es casi siempre agradable, aunque acompañado de cierto miedo. No se sabe lo que será el futuro. El misterio se adueña de quien lo admite, aunque venga de lo alto.

La espera de los hijos

En el Adviento se ha recordado con frecuencia la expresión: “La Virgen lo esperó con inefable amor de madre”. Palabras hermosas. No sé cómo hemos vivido el Adviento, una etapa siempre oportuna. Ya queda atrás, pero no debe olvidarse.

Cuando vienen los hijos

Los padres siempre quieren lo mejor para sus hijos. Más incluso cuando los hijos aparecen en la familia. Se podría decir que los hijos son siempre bien recibidos, quizá con ciertos temores, pero es el momento en que el amor vence al temor. Y es el momento en que los padres se desviven con los hijos y se quitan la comida de la boca para que no les falte a los hijos.

Cuando crecen todos

No crecen solo los hijos. Crecen también los padres. No siempre en la misma dirección, ni biológica, ni cultural, ni social, ni espiritual. Sucedió ya con Jesús cuando se atrevió a interrogar a sus padres (a su madre más directamente): “¿Por qué me buscabais? No sabíais que…”. Pues…, no. No lo sabían, y estaban con miedo por si le perdían. Muchas veces unos no saben lo que saben otros. Y el futuro es siempre un misterio. También para María y José. Como también para nosotros.

Un programa

La segunda lectura de la liturgia de este domingo, tomada de la Carta de san Pablo a los fieles de Colosas, es todo un programa de vida para la familia: mujeres, maridos, hijos. Comienza por las mujeres, termina por los hijos, y el marido en el centro. No sobra nadie, no falta nadie, nada es fácil, nada es imposible. Conviene leer despacio esa carta de San Pablo.

Para la semana: La familia de Nazaret vivió una historia nada fácil ya desde sus comienzos. Y tu familia, ¿cómo vive?