Una palabra modela toda la vida de María: ¡FIAT! ¡HÁGASE! (Lc 1,38).
Las manos del alfarero buscan el barro para trabajarlo. La semilla busca la tierra para que estalle dentro la vida. La palabra sale corriendo buscando un corazón que la acoja. Dios busca al ser humano; espera que éste responda. ¿Qué pasa con el barro cuando no se deja modelar? ¿Qué pasa con la Palabra cuando no es recibida? ¿Qué pasa cuando Dios está a la puerta y nadie le abre? Pero, ¿qué sucede cuando alguien dice «sí» a Dios? Que se cumple la promesa: «Mi Palabra no volverá a mí vacía» (Is 55,101-11). Que la tierra se llena de vida. «María contestó: Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38).
Hágase. Y en el mundo se hizo espacio al rostro de Dios plasmado en una mujer.
Hágase. Y apareció la sensibilidad para captar el misterio de Dios y la ternura en el ser humano.
Hágase. Y María entabló un diálogo íntimo con la palabra, la guardó en el corazón; gracias a María la fe echó raíces profundas en la condición humana.
Abre tu casa para que sea lugar de acogida. Sé sensible a la vida y a todo lo que tiene vida. Acompaña a los pequeños. Escucha con oídos atentos la experiencia de los otros. Ante las sorpresas de Dios, ante su Palabra, di siempre: «Hágase, aquí estoy».
MARÍA, ALFARERA DE DIOS EN LA TIERRA,
AYUDANOS A DECIR SÍ A DIOS,
SÍ A LA VIDA,
SÍ A LAS VÍCTIMAS DE TODA LA TIERRA.
Centro de Iniciativas de Pastoral de la Espiritualidad